Capítulo 15

Al final, Antonio entró en razón, no había peligro en el pueblo, así que volvimos... por fin pude ver a mi abuela, nos dimos un abrazo que me pareció horas, Ari también vio a sus padres y les dijo que había estado en la excursión de su club, que estaba en Ronda. Ella les dijo que se lo había dicho hacía meses y si no se acordaban no era su culpa.
Carolina volvió a su casa, vivía sola en Las Casas Nuevas, no era un problema para ella vivir sola.


Todos volvimos al instituto, haciendo "vida normal".

Becer volvió a pasar de mí al pasar por mi lado. Yo hice lo mismo con Ariadna cada vez que veía que se me acercaba. Carolina daba sus clases como si nada hubiese pasado. Y Carlos siguió arreglando tuberías y yendo a clase de vez en cuando.


Un día en clase recibí una nota, una caligrafía fina y sinuosa que decía:

"Te espero en el recreo en la clase 51".
No ponía quien era, ni tampoco reconocía la letra, miré a mi clase pero nadie me miraba ni hacía el intento. Giré mi cabeza hacía Becer.
Aún se me hacía raro todo lo que había pasado, me parecía un sueño, seguía sin creerme al 100% todo lo que nos dijeron... y eso de que sin Carolina no hacemos nada... yo puedo defenderme solita sin ayuda de nadie.
Al rato de volví a recibir otra carta, esta vez su letra era tosca y redondeada y ponía sólo una palabra: rara. Miré a mi alrededor de nuevo y vi a uno de los chicos del equipo de fútbol mirándome y riéndose. Escribió otra notita y volvió a mandármela, la abrí, la leí y ponía algo muy diferente a lo que me había puesto: fuck me?. ¿Pero está loco? Le miré intentando pasarle esos pensamientos y negando con la cabeza.
Dos horas después, tocaba recreo, pero se me pasaron como si fueran 6 horas. Me dirigía hacia la clase 51 cuando escuché un gran barullo a la vuelta de la esquina.
Imaginé que serían los mismos tontos de siempre peleándose porque uno le mete un empujón a otro... pero estaba equivocada en una parte, no eran los mismos tontos de siempre; eran Antonio y Eugenio (el de la notita).
-¡Cómo vuelva a ver que la miras si quiera te partiré la cabeza! -gritaba Antonio.
-¿Y tú quien eres para decirme lo que tengo que hacer y lo que no, eh? -le contestaba con una pregunta Eugenio.
-Lo único que necesitas saber es una cosa Eugenio... -entonces se acercó a él y le susurró algo al oído.
Y de repente, Eugenio se abalanzó a Becer y le pegó en la cara, pero Antonio fue más rápido y le cogió la mano y con ella le devolvió lo que antes iba a ser un buen puñetazo y le rompió la nariz a Eugenio.
Los amigos de este último también quisieron ser protagonistas y se metieron en la pelea, pero Antonio no lo permitió, cada vez que uno se acercaba, patada al canto. Mientras, Becer cogió del cuello a Eugenio y lo levantó del suelo como si levantara una pluma y la gente que gritaba dejaron de hacerlo para empezar a murmurar.
-Antonio... -empecé a acercarme despacio. - Suéltalo... por favor...
Pero Antonio no me miraba, seguía con la vista fija en Eugenio. Lo levantó más del suelo y Eugenio se estaba ahogando.
-¡Antonio, te he dicho que lo sueltes ya! -le grité dejando a todo el mundo mudo.
Entonces, Antonio me miró sorprendido, dejó en el suelo a Eugenio y se fue sin decir ni mu. Ni si quiera me dirigió una mirada. Nada.
Al rato, vino dos profesores regañando a todo el mundo y mandándolos al patio, yo me escondí en la clase 50, esperando que todo el mundo se dispersarse y cuando vi que no quedaba nadie salí con cuidado de que nadie me viese.
Fui a abrir la puerta de la clase 51 cuando algo me dio en la cabeza.

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