Entradas

Mostrando entradas de 2011

Capítulo 22

Aquellas manos viscosas me tocaron y sentí una mezcla de temor y añoranza. Miré hacía aquellos ojos con los que tantas veces había soñado con volver a ver... me levanté, demasiado rápido, tan deprisa que me mareé y volví a caer en aquella oscuridad de traición. -¡JODER SILVIA! No vuelvas a hacerme eso, ¿me entiendes? Abre los ojos, venga, venga, venga... Abrí los ojos a petición de Ari y vi con toda seguridad la preocupación en sus ojos. -Tengo que irme, lo siento Ari. Me levanté más despacio que antes, intentando no caer al suelo esta vez. -Pero, ¿a dónde vas? -Tengo que ver a mi abuela, tengo que hacerle algunas preguntas. -Podría... podría acompañarte si quieres. Me volví al escuchar aquellas palabras y me di cuenta de que yo no era la única persona sola en este mundo, que no era la única persona que buscaba respuestas. -Claro, pero venga, date prisa. Empezamos a correr, tan deprisa que llegamos a casa de mi abuela en menos de lo que imaginaba. -¡ABUELA! -grit

Capítulo 21

Escuchaba murmullos, voces inteligibles y unas manos viscosas me tocaban el brazo izquierdo y abrí los ojos. -Silvia por Dios, pensé que no ibas a abrir los ojos tía... me he asustado mucho, he empezado a ver sombras y escuchar cosas super raras y extrañas... Empecé a escuchar la voz de Ari como un murmuro lejano y volví a la oscuridad que hacía unos momentos me había raptado por completo. Me dejé llevar por la oscuridad, las voces y de nuevo aquellas manos me volvieron a toquetear. No quería abrir los ojos por si volvía a encontrarme con los ojos de Ariadna, yo quería abrir los ojos y encontrarme con algunos ojos extraños y poder ver qué son esas manos viscosas, y por encima de todo, quería respuestas y una parte de mí estaba completamente segura de que lo que estaba al otro lado de aquel cementerio por el que antes había entrado, sabían cosas y tenían mis respuestas. Cuando realmente estuve segura de que si abría los ojos no me encontraría con los de Ariadna, los abrí, pero

Capítulo 20

En el último minuto me arrepentí, cómo antes había dicho, solo había sido una pesadilla. Miré la hora y faltaban 5 minutos para la medianoche, sorprendida salté de la cama y corrí al armario y busqué entre la ropa un jeans negro y una camiseta negra, por el camino hacia la puerta de la casa volví sin hacer ruido para coger una chaqueta de cuero que me compré hacia 4 años y solo me la puse un par de veces. En cuanto salí a la calle, me la puse, hacía fresquito. Corrí lo más rápido que pude, hasta que mis pulmones dijeron que ya no tenían aire. Ya estaba cerca del cementerio y cuando pude verlo, me encontré con que no había nadie. Miré el reloj y sólo había pasado unos minutos, no llegaba tarde. Recordé entonces aquel sueño, mientras esperaba en un pequeño muro a la izquierda de las puertas del cementerio. Sabía que era él, tenía que ser él, pero después... parecía la cara del demonio, esos ojos rojos como el fuego, la cara más pálida, su pelo ondulando mientras se acercaba... y e

Capítulo 19

Días después de ver a Antonio salir del instituto, días después de que volviera solo para despedirse de mí..., días después, lo echo de menos, tanto como echo de menos a mis padres. Si mi madre estuviera aquí, podría aconsejarme, pensando que él era un chico normal, un chico corriente. Pero ella no estaba, nadie estaba a mi lado. Y yo necesitaba respuestas y ni si quiera mi abuela estaba ahí para resolverlas. Me sentía sola y Ariadna aún no había llegado, en clase dijo que llegaría sobre las 5. Realmente no sabía si quería algo de compañía o si añoraba un poco de ella. Pero tenía que hacerlo. 20 minutos más tarde llegamos a las puertas cerradas del cementerio he instantáneamente nos paramos. -¿De verdad vamos a hacerlo? -preguntó por tercera vez. -No lo sé. -le respondí por tercera vez. -Pero creo que nos merecemos saber qué es realmente lo que pasa. -Ya. Yo también lo creo y deberíamos de hacerlo... -Escucha Ariadna... -Llámame Ari. -me cortó. -Está bien, Ar

Capítulo 18

Realmente, no sabía qué pensar, pero iba a defender a toda costa la historia de los chicos, pero parecía tan irreal todo aquello... cómo los cuentos para dormir. Aunque, cuando miraba a Becer a los ojos, él mismo se convertía en mi cuento, un cuento real, horripilante, pero a la vez un hermoso cuento de hadas... -¿Estás bien? -Alguien me despertó de mis pensamientos. Y el roce de su piel con la mía... ahí estaba... mi cuento real. Me giré para ver su cara. -Antonio... pensé que te habías ido. -Mis ojos miraron hacia abajo sobrecogidos por su intensa mirada. -No podía irme sin despedirme de ti, pero aun no me has contestado. ¿Estás bien? -volvió a preguntarme. -Te he visto muy alterada. Pero no podía responder, ¡él había vuelto a despedirse de mí! -¿Hola? escucha, en realidad, yo tenía que irme y sólo quería despedirme y decirte que no volveré en unos días. -¿Ha pasado algo? -mis palabras salieron atropelladas. -Nada en especial, unos asuntos que tengo que resolver.

Capítulo 17

-¡Ariadna! -estaba sentada en el filo de uno de los cubos de fregar el suelo, con el rabillo del ojos vi que estaba vacío. Yo ya había estado anteriormente en aquel cuartillo para escapar del mundo. Y parece que no era la única que se sentía familiarizada con el cuartillo. -¿Qué pasa? -estaba totalmente extrañada. -Nada... es que no pensaba que tú fueses quien me había enviado la nota. -¿Qué yo he echo qué? -Sí, tu me enviaste esta nota diciendo que nos viéramos en la clase 51 y después de la pelea aquí. Ella me mirara como si no entendiera lo que le estaba diciendo. -¿Qué pelea? Pero si yo no he escrito nada. -me arrancó las dos notas de la mano y la observó. -Además, esta no es mi nota... a parte, de que yo también he recibido en el recreo una nota diciendo que viniese aquí, y es más, cuando has entrado pensaba que eras tú hasta que has gritado mi nombre... Alguien abrió la puerta y las dos pegamos un respingo. -He sido yo. -Carolina entraba por la puerta y se metí

Capítulo 16

La bola de papel que me dio en la espalda tenía tinta en algunas parte, así que, la abrí y alise el papel. Había algo escrito en él; ven al cuarto de la limpieza. Te espero. Tampoco me sonaba la letra, así que de camino al cuartillo analicé quien podría ser la persona que me escribía para hablar conmigo... ¿Y si fuese Becer? Él se había ido a esa dirección... me dio un vuelco al corazón al imaginarme a Becer esperándome, con su media sonrisa dibujada en su cara y su pose despreocupada, sus ojos negros y profundos, con un brillo sobresaliendo de esa misma profundidad. Me arreglé el pelo con las manos de camino hacía allí cuando justamente me lo encontré. -¿Qué haces por aquí? -me preguntó. Entonces, el no era el que me había enviado esas notas, no sabía ahora que decirle, así que le dije una verdad a medias. -He quedado con una amiga... -esperé a que me preguntase qué amiga, pero no llegó. -Está bien. Adiós. Se cruzó conmigo y siguió su camino, pero fui corriendo hacía él y

Capítulo 15

Al final, Antonio entró en razón, no había peligro en el pueblo, así que volvimos... por fin pude ver a mi abuela, nos dimos un abrazo que me pareció horas, Ari también vio a sus padres y les dijo que había estado en la excursión de su club, que estaba en Ronda. Ella les dijo que se lo había dicho hacía meses y si no se acordaban no era su culpa. Carolina volvió a su casa, vivía sola en Las Casas Nuevas, no era un problema para ella vivir sola. Todos volvimos al instituto, haciendo "vida normal". Becer volvió a pasar de mí al pasar por mi lado. Yo hice lo mismo con Ariadna cada vez que veía que se me acercaba. Carolina daba sus clases como si nada hubiese pasado. Y Carlos siguió arreglando tuberías y yendo a clase de vez en cuando. Un día en clase recibí una nota, una caligrafía fina y sinuosa que decía: "Te espero en el recreo en la clase 51". No ponía quien era, ni tampoco reconocía la letra, miré a mi clase pero nadie me miraba ni hacía el in

Capítulo 14

Después del pequeño gran baño en el cual, Carolina y yo tuvimos la misma idea de echar a Ariadna al agua, con la ayuda de los chicos, helados y resguardados por el calor de la hoguera que hicieron Antonio y Carlos, este último quiso hablar con Carolina en privado y luego llamó a Ariadna, lo cual, yo me quedé a solas con Antonio. Nuestras miradas cada vez eran más dulces y a la vez incómodas, dulces por lo que empezamos a sentir el uno por el otro, incómodas porque hacía solo unas horas, estuvimos a punto de besarnos. Pero él empezó a mirar a los tres, sus ojos cada vez se entrecerraban más. -No sé que estará tramando... -murmuró para sí. -¿Puedo hacerte una pregunta? -le pregunté a Becer. Entonces puso media atención en mí, la otra media estaba puesta en los demás. -Tus preguntas están empezando a darme miedo... pero sí. Dispara. -Ese Gravensed... ¿qué te hizo para que lo odies? -No es lo que me hiciera ni me dejara de hacer, aquello lo supere y ya me trae sin cuidado.

Capítulo 13

-¿De verdad existe ese mundo del que habláis? -le pregunté a Becer. Estábamos sentados en un puente colgante, bien sujeto, en la entrada de la cueva, a nuestros pies, el agua caía helada. Los demás estaban intentando encender una pequeña hoguera al resguardo, en un pequeño boquete en la montaña del claro. -Si. No mentiríamos... sería algo estúpido inventarse algo así para gastar una broma, ¿no crees? -me miró a los ojos con una chispa de gracia. Entonces, empezamos a reírnos, como dos adolescentes normales, como si realmente fuéramos de este mundo... y no de otro. Pero la diversión se me acabó cuando recordé una cosa. -¿Y mi abuela? Antonio me miró de nuevo a los ojos. -Tu abuela es fuerte, sabe lo que tiene que hacer. -Su mano me acarició la espalda con dulzura. Le miré y sus ojos intensos me miraban diferente, todo mi mundo desapareció, todo menos él. En ese momento no se me pasaba nada por la cabeza qué decir, pero si sabía algo que podía hacer... nos acercamos poco

Capítulo 12

-Te estás volviendo loco... no puedes estar hablando enserio. -Los ojos desorbitados de Carolina miraban al vacío. Becer le miraba como si lo que nos acababa de explicar fuese lo más natural del mundo. Yo pensé lo mismo que Carolina, Antonio se tenía que estar volviendo loco... no existían las hadas, ninfas, gnomos, elfos... por mucho que la gente se empeñara, no podían existir seres sobrenaturales... -No puede ser... esos seres sólo existen en los cuentos Antonio. -le dije muy convencida. -Las tres -dijo mirándonos a Ari, Carolina y a mí.- os desmayáis cuando entráis al cementerio, el cual es un portal muy importante en nuestro mundo, pero aun no estáis preparadas para entrar. Carolina, sé lo que puedes hacer, esto no es un comics, no haces lo que haces porque un acelerador de partículas te explotara, sabes como hacer para enterarte de si miento o no. Hazlo y lo descubrirás. Sabes que no miento. Aquí todos nosotros tenemos un pasado... -Terminó mientras miraba también a Carlo

Capítulo 11

Ni si quiera hubo tiempo de preguntar en el camino de casa hasta el cementerio. Cuando vi las puertas forjadas en hierro me quedé exhausta. Pero hubo algo que me impactó más, a lo lejos vi una larga melena castaña... otra vez. Estaba cruzando las puertas cuando de repente sentí un mareo y me desplomé en el suelo y al momento sentí las manos de Antonio sujetándome fuerte por la cintura. Recuperé el sentido, pude ver de nuevo, sentir mi cuerpo en movimiento y mi cabeza girando hacia la otra presencia. -Profesora... -murmuré.  -¿Cómo te atreves mal nacido? Tú no deberías de estar aquí. -Sabes que tengo el mismo derecho que vosotras... Señora. Entre medio de mi pelo y entrecerrando los ojos, vi como Carolina se quedaba blanca como el papel. -¿Qué? ¿Cómo me has llamado? -Sé quien eres y quien es ella. De camino viene Ariadna, por si no lo sabías. Entonces, se escuchó el murmullo de un motor a lo lejos, cada vez más cerca. Una moto. Quién lo conducía me sonaba...

Capítulo 10

De camino recordé quien era aquella chica, era la profesora... ¿Pero por qué huía Becer de ella? ¿Acaso la odia tanto por ser una simple profesora? No lo entendía... Llegamos a Arriate y como dijo, llegué sana y salva. Pero mi cabeza seguía aún con la idea de que Antonio escapaba de la profesora nueva. Pero, ¿por qué? -Espero que te haya gustado el paseo y que te haya servido para darte cuenta de que no soy tan malo como piensan algunos... -¡Claro que no! Jamás pensaría que tu fueras malo, un poco macarra por lo de la moto y eso, pero malo nunca.  Y volvió a ausentarse, como si lo que le acababa de decir le dejara pensando en si realmente era malo o no... Pero alguien como el no podía ser malo, era extraño, pero malo no. -Antonio... -el puso toda su atención en mí- ¿puedo hacerte una pregunta? -Claro, dispara. -¿Tanto dejaste atrás? Se quedó parado, pensando en lo que le acababa de preguntar. -¿A qué te refieres? -Dónde tú vivías antes... ¿tanto dejaste atrás para

Capítulo 9

-¿Estás asustada? -su voz estaba amortiguada por el ruido del viento, pero la escuché perfecta y melodiosa. Tuvo que ver el pánico en mi forma de agarrarle. -No... tan sólo quiero llegar ya. -Para eso tengo que ir más deprisa. ¿Aguantarías? -Llegaríamos antes, ¿no? pues dale marcha a esto. Vi por el retrovisor como Antonio ensanchaba su sonrisa a más no poder y giraba el manillar para coger velocidad. Entonces, un borrón de imágenes pasó delante nuestra he íbamos tan rápido que me sentía un ave en libertad. Y me vi a mí misma disfrutando de esa libertad. -¿En serio le hiciste eso? -Él me miraba como si no me viese capaz de eso. Pero no paraba de reír. -Claro que lo hice, se lo merecía. -¿Qué hizo para que le hicieses eso? -Bueno... la verdad, es que sólo eramos unas crías y no pensé que quemar su pelo largo y rubio tendría tales consecuencias. -Intenté llevar la conversación hacía otro lado. -¿Qué consecuencias? -Me expulsaron 2 meses y me castigaron otros

Capítulo 8

Encontrarme de nuevo con Carlos fue algo furtivo en mi situación... cambié. Algo que yo no esperaba en mí. Cada vez sonreía más a menudo y me levantaba cada mañana con un poquito de más ánimo. Empecé a llevarme un poquito mejor con Ari... pienso pedirle perdón la próxima vez que la vea por el mal comportamiento que tuve con ella los primeros días de residir aquí. Luego estaba Antonio, todas las mañanas se me acercaba para darme los buenos días, pero el resto del día pasaba de mí como si no me conociese. Me molestaba, claro que sí, pero no podía hacer nada al respecto. En un momento pensé que se había pillado por mí, después desterré esa idea en cuánto vi como pasaba de mí como si yo fuese una desconocida. Tampoco me sentí con derecho de pedirle explicaciones. Pero las quería. Mis pensamientos se interrumpieron con una idea. Sabía dónde podría encontrármelo... me propuse a cambiarme cuando entró mi abuela en mi cuarto. -Abuela, sabes que no me gusta que entres sin avisar. -Ya lo