Capítulo 4
Aquella tarde, estuve dando vueltas por muchas calles, sin un rumbo fijo... si hubiese algo nuevo, sorprendente, si mi familia estuviese viva, si tuviera a mi familia aquí conmigo, sería la persona más felíz del mundo.
Mi mente empezó a navegar por los lugares mas reconditos de mi memoria y se paró en la imagen de aquel chico tan extraño, de ojos como la noche. Pero mirarlo a la cara fue tan fascinante..., pero no. No puedo estar pensando en esto ahora.
Llegué a la calle del cementerio y mis piernas andaron solas hacia la entrada de este.
-¿Abuela?
Silencio. Entré un poco más en la casa y volví a llamarla.
-Abuela, ¿estás aquí?
Escuché un paso detrás mía, no dio tiempo a que me girase, algo me agarró por el cuello y con una mano me tapó la boca sin darme la oportunidad para poder gritar. Un golpe fuerte en la cabeza hizo que perdiese el conocimiento.
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